Cuando el crecimiento empresarial no depende del volumen de facturación. El valor de la comunicación interna
¿Sabías que el 86% de los empleados considera que la falta de comunicación y colaboración es la principal causa de los fracasos en las empresas? Además, las organizaciones con una comunicación interna efectiva pueden incrementar su productividad hasta en un 25%.
Los efectos de una mala comunicación interna no solo impactan el rendimiento, sino que también generan costos importantes. Las empresas estadounidenses, por ejemplo, pierden hasta 1.2 billones de dólares al año debido a problemas de comunicación (Expert Market, Oak Engage, Agility PR Solutions). Claramente, la formación en este ámbito no es solo deseable, es una necesidad urgente para las empresas que buscan mantenerse competitivas.
Hoy en día tener una buena comunicación interna es fundamental en cualquier empresa. No solo porque ayuda a que la plantilla esté al tanto de las novedades y los objetivos sino porque también fomenta un sentido de pertenencia que es clave para el éxito.
Pero la comunicación interna no es solo enviar correos o compartir información en las reuniones; va mucho más allá. Se trata de crear un entorno en el que las personas que pertenecen al equipo se sientan valoradas y escuchadas. Una de las mejores formas de lograrlo es a través de un buen plan de formación.
En muchas empresas la formación se sigue viendo como una simple obligación o un trámite más. Se ofrecen cursos genéricos que no siempre conectan con las necesidades reales de los empleados y eso provoca que la motivación decaiga.
Sin embargo, la formación puede ser mucho más que eso. Si está bien pensada y alineada con los objetivos de la empresa, puede convertirse en una herramienta clave para mejorar tanto las habilidades técnicas como la cohesión interna. Al final, una persona empleada que se siente apoyada en su desarrollo profesional es una persona más comprometida con la empresa.
El primer paso para crear un buen plan de formación es entender que no todas las personas necesitan lo mismo. Ofrecer cursos que realmente se adapten a las necesidades específicas de cada una es esencial. Esto no solo implica formación técnica, sino también formación que refuerce los valores y la cultura de la empresa.
Una formación bien enfocada no solo mejora las competencias del equipo, sino que también ayuda a que los empleados se sientan más conectados con los objetivos globales de la organización. Al fin y al cabo, cuando todos reman en la misma dirección, el barco avanza con más fuerza.
Otro aspecto importante es que la formación no debe verse como algo aburrido o impuesto. Los empleados deben sentir que lo que están aprendiendo les va a servir en su día a día. Si los programas de formación son interesantes y útiles, la motivación para participar aumenta. Por eso es tan importante diseñar actividades formativas dinámicas que inviten a la interacción y no se limiten a ser una simple exposición de datos. Además, los cursos que permiten aplicar lo aprendido a situaciones reales dentro de la empresa generan un mayor impacto y ayudan a consolidar los conocimientos.
La formación además no debería estar dirigida solo a los nuevos empleados o a los puestos de base. Para que funcione de verdad, todos los niveles de la empresa deben estar involucrados. Desde los altos cargos hasta el personal de entrada, todos deberían participar en programas formativos. ¿Por qué? Porque cuando toda la plantilla está alineada en cuanto a conocimientos y objetivos, la comunicación interna fluye mucho mejor. No se trata solo de que los empleados aprendan nuevas habilidades, sino de que también entiendan mejor el panorama general de la empresa y cómo su trabajo contribuye al éxito global.
Involucrar a todos los niveles en los programas de formación también refuerza el sentimiento de equipo. Cuando los empleados ven que los directivos también participan y se esfuerzan por mejorar, se genera un ambiente de respeto y colaboración. Esto rompe las barreras que a veces existen entre los distintos niveles jerárquicos y ayuda a crear un entorno más abierto y participativo. Y en ese tipo de entornos, la comunicación interna no solo fluye mejor, sino que también se vuelve más honesta y transparente. Los empleados se sienten más cómodos compartiendo ideas y preocupaciones, lo que a su vez fortalece la cultura empresarial.
Un aspecto que a menudo se pasa por alto en la formación es que también puede ser una herramienta excelente para mejorar la cohesión interna. Los programas de formación no solo son una oportunidad para adquirir nuevos conocimientos, sino también para que los empleados interactúen entre ellos y compartan experiencias. Este tipo de interacciones ayuda a reforzar la comunicación entre los distintos departamentos y niveles de la empresa. Al aprender juntos, los empleados desarrollan una mayor comprensión de las responsabilidades y retos de sus compañeros, lo que facilita la colaboración en el futuro.
Involucrar en la formación a la plantilla en todos sus niveles es esencial para alinear al equipo humano con la estrategia empresarial
La formación puede, por tanto, actuar como un puente que une a los distintos miembros de la organización. Además, al fomentar la interacción en un entorno de aprendizaje, se crean vínculos que pueden trasladarse a la vida laboral diaria mejorando el ambiente de trabajo. Una empresa en la que los empleados se sienten cómodos comunicándose entre sí y con sus superiores es una empresa más cohesionada y eficaz. Y todo esto se puede conseguir con un plan de formación bien pensado y alineado con los objetivos de la comunicación interna.
Vertebrar la comunicación interna en un plan de formación
Además, es importante tener en cuenta que la formación no tiene que ser un proceso rígido o tradicional. Hoy en día existen muchas herramientas y plataformas que permiten que los empleados se formen a su propio ritmo y desde cualquier lugar. Esto ofrece una gran flexibilidad, lo que es especialmente útil en empresas con equipos dispersos o con horarios variados. Al integrar la formación dentro de la estrategia de comunicación interna, las empresas pueden asegurarse de que todos los empleados, independientemente de su ubicación o función, tengan acceso a los mismos recursos y oportunidades de aprendizaje.
Para que todo esto funcione, la empresa debe comprometerse de verdad con el plan de formación. No se trata solo de diseñar cursos atractivos y útiles, sino también de asegurarse de que los empleados entiendan por qué es importante participar y cómo esto contribuye a su desarrollo personal y profesional. Aquí es donde la comunicación interna juega un papel crucial: Los responsables de comunicación deben ser capaces de transmitir claramente los beneficios de la formación y cómo esta está alineada con los valores y objetivos de la empresa.
Es igualmente importante medir el impacto de los programas de formación. De nada sirve ofrecer cursos si no se evalúan los resultados. Por eso, cada plan de formación debe incluir indicadores claros que permitan medir el progreso y detectar áreas de mejora. Esto no solo ayuda a optimizar los programas futuros, sino que también demuestra a los empleados que la empresa está comprometida con su crecimiento y está atenta a sus necesidades.
En resumen, un buen plan de formación es mucho más que ofrecer cursos aislados. Es una herramienta estratégica que refuerza la comunicación interna y ayuda a construir una cultura empresarial sólida. Al diseñar programas de formación que estén alineados con los objetivos de la empresa y las necesidades de los empleados, las organizaciones pueden asegurarse de que su equipo esté preparado para afrontar cualquier reto mientras se fomenta un ambiente de trabajo más colaborativo y comprometido.
Autor: F.J. Cristófol – Doctor en Comunicación y especialista en Nuevos Medios.