¿Por qué aplicar gamificación en formación profesional? Esto dicen los datos
24 junio, 2025 Elearning Gestión de RRHH 2.0 Innovación Empresarial

¿Por qué aplicar gamificación en formación profesional? Esto dicen los datos

Así funciona una formación pensada para enganchar, motivar y lograr resultados reales.

La gamificación ha pasado de ser una tendencia a convertirse en una estrategia clave en formación profesional. Y lo ha hecho por una razón sencilla: funciona. Consiste en aplicar mecánicas de juego —como retos, niveles o recompensas— fuera de entornos lúdicos, para activar la motivación, aumentar la participación y mejorar la retención. Su valor está en que responde a problemas comunes en la formación: falta de compromiso, abandono de cursos y baja aplicación práctica.

Qué impacto tiene la gamificación en la formación profesional

Aplicada con intención pedagógica, la gamificación contribuye a:

  • Aumentar la tasa de finalización de los cursos: la sensación de progreso y superación mejora la perseverancia, especialmente en formaciones online.
  • Mejorar la retención del conocimiento: los elementos lúdicos activan la memoria, refuerzan la repetición y fomentan la aplicación activa de lo aprendido.
  • Potenciar la motivación intrínseca: permite pasar del «tengo que hacerlo» al «quiero superarlo».
  • Estimular el pensamiento crítico y la resolución de problemas: sobre todo cuando se plantean retos o escenarios interactivos.

Pero, además, su impacto en entornos profesionales se observa también en:

  • El incremento del aprendizaje autónomo, clave para procesos de reskilling.
  • La mejora de la experiencia de usuario en plataformas LMS, reduciendo la sensación de carga.
  • Un mayor compromiso por parte del personal técnico y administrativo, especialmente en contenidos relacionados con herramientas digitales o procedimientos internos.

En el entorno profesional, donde muchas veces la formación es percibida como una obligación, la gamificación permite cambiar el enfoque: de una tarea más, a un proceso que desafía, engancha y premia.

Siguiendo esta línea, según estudios recientes, el 37,5% de los empleados considera que la flexibilidad laboral es esencial para su bienestar y productividad. Las nuevas generaciones priorizan el bienestar en mayor medida que las actuales. No todo es el salario. Así mismo, el 60% de los empleados valora especialmente que sus líderes sean claros y transparentes con sus equipos, según datos recogidos por Ámbito RH. Por último, un análisis de Statista revela que el 68% de los empleadores considera que la alfabetización tecnológica será una habilidad clave para el éxito en el futuro.

Por lo que vemos que en el futuro, profesionales demandaran que sus líderes cumplan con otras características diferentes a las de ahora, priorizando otro estilo organizacional y de vida. Las generaciones del futuro conocen los beneficios del trabajo flexible, son conscientes de la fidelización que provoca una empresa comprometida con valores sociales y sostenibles y aprovechan los beneficios de la IA, por lo que no se van a conformar con menos.

En resumen, las generaciones futuras son muy conscientes de los puntos débiles que ha marcado el liderazgo de generaciones pasadas. A la vez que están marcadas por una revolución digital en constante transformación y quieren sacarle el máximo partido.

Dónde tiene más efecto: puntos clave del recorrido formativo

No es necesario gamificar toda la experiencia para obtener resultados. De hecho, los estudios demuestran que los mayores beneficios aparecen cuando se interviene en momentos estratégicos del curso. El estudio Gen Z in the Workplace (2022) indica que los elementos gamificados aplicados en fases concretas del itinerario formativo (inicio, hitos clave, evaluación) incrementan en más del 30% la tasa de compromiso del alumnado. Además, según la consultora Docebo, una correcta aplicación de mecánicas de juego en la fase de onboarding puede reducir el abandono de cursos online hasta en un 25%.

Estos son los momentos clave en los que se debe aplicar la gamificación y de qué manera:

  • Seguimiento del progreso: Barras de avance, mapas, insignias o árboles de logros permiten visualizar lo conseguido y lo que queda por conquistar.
  • Inicio del curso (onboarding): Una bienvenida gamificada puede marcar la diferencia entre abandonar o engancharse. Retos iniciales, exploración libre o autoevaluaciones lúdicas son buenos recursos.
  • Durante el desarrollo: La división del curso en niveles, el desbloqueo progresivo de contenidos o los minijuegos de refuerzo entre módulos ayudan a mantener la motivación.
  • Evaluaciones: Transformar las pruebas clásicas en juegos de preguntas, competiciones simbólicas o simulaciones aumenta la participación y reduce la ansiedad evaluativa.

¿Qué dinámicas de gamificación están dando mejores resultados

Los elementos que han demostrado mayor efectividad en contextos formativos (tanto en entornos presenciales como digitales) son aquellos que han evolucionado a partir de su aplicación reiterada en plataformas de elearning profesional. Por ejemplo:

  • Recompensas simbólicas: Las insignias y logros digitales han demostrado ser un gran refuerzo psicológico, sobre todo cuando se asocian a hitos formativos o niveles de competencia alcanzados. Según diferentes estudios, los cursos que integran este tipo de refuerzos aumentan en un 37% el número de módulos completados.
  • Retos secuenciales: El diseño de progresión por niveles, cada uno con objetivos más complejos, fomenta la sensación de superación personal. Esta estructura es común en contenidos técnicos o de herramientas, como Excel, PRL o competencias digitales.
  • Feedback inmediato: La corrección automática, los avisos personalizados y las retroalimentaciones al instante favorecen el aprendizaje autónomo y reducen la frustración. Se ha comprobado que mejora la tasa de finalización en hasta un 25%.
  • Superación personal frente a competencia externa: En entornos profesionales, las dinámicas internas (retos personales, progresión individual, niveles desbloqueables) generan más impacto que los rankings o competiciones entre personas.

¿Por qué algunas estrategias de gamificación no funcionan?

No todo lo que tiene forma de juego es gamificación. Uno de los riesgos más frecuentes es convertir la estrategia en una sucesión de elementos decorativos sin conexión con los objetivos formativos. Cuando se aplican mecánicas de juego sin una lógica instruccional clara, se pierde el propósito. Por ejemplo, añadir puntos, medallas o rankings en un curso cuyo contenido no está segmentado ni estructurado genera una experiencia vacía, en la que la persona usuaria no entiende qué se premia ni por qué.

Además, una mala implementación puede reforzar hábitos contraproducentes, como priorizar la velocidad sobre la comprensión o completar módulos sin interiorizar nada. La gamificación requiere, por tanto, un diseño serio, con un análisis previo de la audiencia, de los contenidos y de los indicadores que se desean activar.

Ejemplo real: así funciona un curso gamificado en formación profesional

En Hábilon trabajamos con contenidos diseñados para facilitar el aprendizaje modular, estructurado y adaptable. Todos nuestros cursos están gamificados, lo que significa que el diseño instruccional ya incorpora mecánicas activas para mantener la atención, favorecer la progresión y reforzar el aprendizaje desde el inicio hasta la evaluación.

Un ejemplo claro es el curso «Gestión y análisis de datos con Excel» del catálogo de competencias digitales. Este curso está dividido en Unidades Mínimas de Aprendizaje (UMAs) que funcionan como retos autónomos. Cada UMA plantea un objetivo concreto —por ejemplo, «crear gráficos comparativos con datos reales» o «aplicar filtros avanzados en grandes volúmenes de datos»—, y cada reto se inicia con una situación práctica. Además, se integran pruebas de nivel para medir el punto de partida, actividades interactivas para practicar lo aprendido, vídeos explicativos que refuerzan el contenido y evaluaciones gamificadas que permiten desbloquear nuevas unidades solo si se han superado los retos anteriores. En este enlace, podrás consultar una DEMO de cómo están diseñados los cursos de Hábilon.

En lugar de un curso lineal, se ofrece una ruta de aprendizaje donde cada avance depende del dominio de habilidades específicas. La gamificación no está basada en recompensas arbitrarias, sino en la claridad de logros y en la sensación de avance real. Este diseño favorece el aprendizaje autónomo y sostenido, especialmente útil en contextos empresariales donde la disponibilidad de tiempo es limitada y la formación debe centrarse en competencias útiles desde el primer día.

Conclusión: gamificar es diseñar con intención, no adornar

La gamificación funciona. No lo decimos solo desde la experiencia, lo dicen los datos. Pero funciona cuando se aplica con sentido: alineada con los objetivos, adaptada al contexto y pensada para facilitar el aprendizaje, no solo para entretener.

En un entorno donde el tiempo es limitado y la formación debe ser eficaz, la gamificación se presenta como una herramienta que transforma no solo la experiencia formativa, sino también los resultados que genera. Como responsables de formación, consultoras o entidades educativas, no se trata de preguntarnos si debemos gamificar, sino cómo hacerlo de forma inteligente.

Por Hábilon Elearning

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